viernes, 15 de enero de 2010

El gatito marramiau


Estaba el gatito Marramiau sentadito al sol en su tejado,
cuando le llevaron la agradable noticia
de que iba a verse casado con una linda gatita rubia.
Fue tan grande la sorpresa de Marramiau, que resbalo.
Y se cayó desde el tejado al suelo.
El golpe fue tan grande, que Marramiau se rompió las costillas.
Y la puntita del rabo.
Enseguida, le llevaron al hospital.
Unos médicos decían: Bueno, bueno.
Y otros médicos decían: Malo, malo.
Como Marramiau se iba a morir,
tuvo que confesarse de las muchas cosas que había robado.
Siete libras de chorizos...
La nata de la leche...
Carne, tocino, salchichas,
alguna que otra morcilla...
¿Sardinas?
¡Oh! Había perdido la cuenta.
Mil... Dos mil...
Las sardinas eran lo que más le gustaba.
Fueron llegando los vecinos a ver por última vez al gatito Marramiau,
que se iba a morir.
Y en efecto, poco más tarde, Marramiau estiró la pata y el rabo.
Los gatos vistieron de luto,
pero los ratones se pusieron a bailar de contento.
Hubo que llevar a enterrar a Marramiau.
Y el cortejo paso por la plaza del mercado.

Entonces, ¿sabéis que ocurrió?
Pues que al olor de las sardinas Marramiau resucitó.
Desde entonces dicen todos: ¡siete vidas tiene un gato!

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